ENSAYO SOBRE LA PEDAGOGÍA DE LA TERNURA (ALEJANDRO CUSSIÁNOVICH)
Según Alejandro
Cussiánovich (maestro y
sacerdote católico en Perú, que ha dedicado más de treinta años de su vida a
estudiar y poner en práctica la educación de los Niños Trabajadores y los
Municipios Escolares; además, docente en las principales universidades del
Perú):
"Hablar de pedagogía
de la ternura corre
el riesgo, como todo en la vida, de devenir una banalidad, un eslogan, una
tarjeta de presentación aceptable. Tanto más buscada cuanto que puede funcionar
como un mecanismo de compensación a la cultura de la modernidad heredada y que
en nombre de la razón terminó relegando la subjetividad y en su
combate contra el romanticismo, instaurando cierto neo estoicismo, o como
señaló en 1919 el II Congreso Panamericano del Niño, el ideal de niño es que
sea “robusto, sano y viril”.
Sin embargo, la ternura para nada es apenas un
refugio ante sociedades de la violencia institucionalizada; la ternura, en
particular en el ámbito familiar, está llamada a convocarnos en torno a otros
paradigmas de las relaciones sociales, de la vida interpersonal. Pero muy en
especial, la ternura debe ser entendida como una virtud política, como un
componente insoslayable de nuestra práctica educativa familiar, profesional sea
cual fuere ésta.
Ciertamente que de ello dependerá que con menos
desgarramientos logremos que la vida familiar, escolar, comunitaria exprese el
eros pedagógico
Según Alejandro
Cussiánovich (maestro y
sacerdote católico en Perú, que ha dedicado más de treinta años de su vida a
estudiar y poner en práctica la educación de los Niños Trabajadores y los
Municipios Escolares; además, docente en las principales universidades del
Perú):
"Hablar de pedagogía
de la ternura corre
el riesgo, como todo en la vida, de devenir una banalidad, un eslogan, una
tarjeta de presentación aceptable. Tanto más buscada cuanto que puede funcionar
como un mecanismo de compensación a la cultura de la modernidad heredada y que
en nombre de la razón terminó relegando la subjetividad y en su
combate contra el romanticismo, instaurando cierto neo estoicismo, o como
señaló en 1919 el II Congreso Panamericano del Niño, el ideal de niño es que
sea “robusto, sano y viril”.
Sin embargo, la ternura para nada es apenas un
refugio ante sociedades de la violencia institucionalizada; la ternura, en
particular en el ámbito familiar, está llamada a convocarnos en torno a otros
paradigmas de las relaciones sociales, de la vida interpersonal. Pero muy en
especial, la ternura debe ser entendida como una virtud política, como un
componente insoslayable de nuestra práctica educativa familiar, profesional sea
cual fuere ésta.
Ciertamente que de ello dependerá que con menos
desgarramientos logremos que la vida familiar, escolar, comunitaria exprese el
eros pedagógico
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